Carta a una amiga.

 Querida amiga.

 Refiero a usted esta carta por la cuál hago reflexiones que considero necesarias. 

 En primer lugar me gustaría confesarle que me honra tenerla como confidente, y por supuesto, como amiga. En segundo lugar, y si no es de su molestia leer estas líneas, debo exceder los límites y expresar cuánto me desagrada su próspera ausencia.

 Personalmente, nunca me ha costado superar el alejamiento de algunas personas, siempre lo tomé con calma y me convencí de que podría encontrarlas en algún entonces fuera de la institución o en el lugar menos pensado. Pero su caso ha llamado notablemente mi atención, sin olvidar la molestia que me ha causado su ida. No termino de preguntarme cómo es que me ha dolido tanto nuestra separación. Aunque es seguro que la encontraré tan seguido, sé que no podrá ser mi compañera de todos los días en mi último año en la institución. 

 Quizás el otorgarle toda la culpa de mi sufrimiento a usted sea un poco egoísta de mi parte, y es muy probable que lo sea, pero aunque sé (si bien no me lo ha demostrado) que también usted lo está padeciendo, debo expresarle que tenía toda la confianza depositada en que lo lograría, y en que seríamos un año más las compañeras más opuestas e iguales que haya encontrado. Le hago saber que es su ausencia la culpable de mi resistencia a la felicidad de comenzar el último año, aunque siento mucho que sea así. Debe saber también que intento comprenderla en sus problemas y que, aunque no tengamos ya los mismos senderos, la apoyo, y estaré orgullosa de darle mis consejos cuando los necesite. Siempre lo he hecho, y siempre lo haré.

 Por último le informo que, a pesar de todo, sigue siendo usted una persona para mí tan importante como lo fue durante todas las mañanas del pasado año.

 Ofrezco mis disculpas y lo lamento si herí sus sentimientos con mis palabras.

Suya siempre...        

Laura.